Todo en la vida es marketing. Desde el momento en que nacemos, obligatoriamente, empezamos a vendernos. Nos construimos una imagen, una personalidad, un perfil, y salimos al mundo, con la esperanza de que alguien nos compre. No suena nada bien, pero es la realidad. Nadie va a saber quién eres si no se lo dices tú, nadie va a mirar dentro para saber que encierra esa cabecita, y ese amasijo de órganos. Así que, necesariamente, tenemos que contar con una buena estrategia, que consiga posicionarnos frente al resto. ¿Supervivencia? Sí, por supuesto. Pero, ¿vale todo para llegar a alcanzar nuestros propósitos? Claro que no, siempre ha de prevalecer la ética en todos nuestros actos, en nuestros pensamientos y en nuestras decisiones.
Tradicionalmente, existe una distinción entre las éticas de principios y las de fines. Las primeras, también llamadas deontológicas, tienen a su principal representante en Inmanuel Kant, filósofo alemán del siglo XIX, y que vendría a defender un tipo de ética basada en las normas o preceptos morales fundamentales, y que podría resumirse en su imperativo categórico, y que vendría a decir lo siguiente: obra de tal forma, que al mismo tiempo quisieras, que tu máxima se tornara una ley universal. Lo que guarda una relación con el precepto cristiano, trata al prójimo como a ti mismo. Lo que significa, que no trates a nadie como no te gustaría que te tratasen a ti. El problema, es que universalizar las normas, no siempre tiene demasiado sentido, porque en determinadas circunstancias, nuestro comportamiento ha de contravenirlas, necesariamente, para proteger nuestra vida o la de los seres que queremos.
Por otro lado, estarían las éticas teleológicas, o de fines, cuyo máximo representante es J. S. Mill, y que tienen en cuenta las consecuencias a la hora de decidir cómo actuar. Éstas son éticas de corte utilitarista, y que consideran que no hay acciones buenas o malos, sino en virtud de sus consecuencias, de los resultados, de las reacciones que provocan, y de cómo afectan a l@s demás.
El marketing responsable en la sociedad actual
El marketing responsable, nace con un claro objetivo: influir positivamente en el proceso de producción de un producto o servicio, a partir de una serie de valores beneficiosos para el conjunto de la sociedad, lo que además, contribuye a mejorar la imagen de marca. El marketing responsable, se dirige, tanto al desarrollo sostenible, como a la consolidación de la y reputación corporativa. Así, tiene en cuenta las necesidades de la sociedad, y sobre todo, de su principal público objetivo, aunque no se limita a éste, sino que se extiende a un a un amplio sector poblacional con necesidades e intereses comunes. Esto, determinará toda la estrategia.
Es marketing responsable debe ser preciso, es decir, ha de ser consciente de las necesidades sociales a las que se va a tratar de dar respuesta, saber a qué público objetivo va orientada toda nuestra campaña y lo que determinará nuestro plan de acción.
La agencia de marketing responsable, Dicendi, se consolida, a día de hoy, como una de las principales impulsoras, de un nuevo concepto de marketing, enfocado a las necesidades de la sociedad, y al cuidado del conjunto del planeta, por lo que, desarrollan todos sus proyectos atendiendo siempre al compromiso con el desarrollo sostenible y a los valores compartidos por las sociedades democráticas. Esta agencia consultora de marketing estratégico y operativo de Madrid, entiende el marketing responsable como una filosofía de negocio por la que una organización debe centrar siempre sus objetivos en la satisfacción de los consumidores y clientes siguiendo valores éticos.
Pero, ¿qué valores son los que defienden las sociedades democráticas?
- Libertad
- Igualdad
- Civilidad
- Justicia
- Participación
- Pluralismo
- Tolerancia
- Respeto
- Solidaridad
- Legitimidad y legalidad
Porque cada vez son más las empresas, conscientes, de las repercusiones sociales y medioambientales, provocadas por el desarrollo de su actividad, y por tanto, quieren contribuir a paliar los efectos negativos de la misma. Y es que crecer profesionalmente, triunfar y alcanzar el éxito, no tiene que chocar con la ética, con la moralidad y con la buena voluntad.