La tecnología es uno de esos campos donde parece que siempre hay futuro laboral porque nunca paran de desarrollarse nuevas funcionalidades que consiguen que cualquier conocimiento parezca quedarse estancado en meses o en menos tiempo. Los ingenieros informáticos, por ejemplo, son unos profesionales muy demandados que no conocen el paro y que están muy pagados, por cierto, si son de gran valía. Se trata de una de las carreras con menos paro. Pero ¿compensa estudiar tantos años cuando en realidad ahora lo que están triunfando en la sociedad de los móviles inteligentes y la tablets son las aplicaciones? El otro día tenía esta discusión con unos amigos mientras nos tomábamos un sabroso yogur helado de Smöoy. Uno de ellos quiere reconducir su carrera porque no le fue bien como nutricionista y piensa que el futuro está en las aplicaciones para los dispositivos móviles.
Pues bien, esta profesión de desarrollador de aplicaciones móviles se puede aprender a través de la educación pública, ya que se trata de un ciclo superior de formación profesional que lleva ese mismo nombre: Técnico Superior en Desarrollo de Aplicaciones Web. Son estudios de dos años, en los que fundamentalmente el alumno debe acabar el ciclo sabiendo desarrollar, implantar, y mantener aplicaciones web, con independencia del modelo empleado y utilizando tecnologías específicas, garantizando el acceso a los datos de forma segura y cumpliendo los criterios de accesibilidad, usabilidad y calidad exigidas en los estándares establecidos.
Durante este tiempo, el profesional en desarrollo de aplicaciones web debe formarse hasta ser capaz de configurar y explotar sistemas informáticos, adaptando la configuración lógica del sistema según las necesidades de uso y los criterios establecidos; aplicar técnicas y procedimientos relacionados con la seguridad en sistemas, servicios y aplicaciones, cumpliendo el plan de seguridad; gestionar servidores de aplicaciones adaptando su configuración en cada caso para permitir el despliegue de aplicaciones web; gestionar bases de datos, interpretando su diseño lógico y verificando integridad, consistencia, seguridad y accesibilidad de los datos; desarrollar aplicaciones web con acceso a bases de datos utilizando lenguajes, objetos de acceso y herramientas de mapeo adecuados a las especificaciones; integrar contenidos en la lógica de una aplicación web, desarrollando componentes de acceso a datos adecuados a las especificaciones; desarrollar interfaces en aplicaciones web de acuerdo con un manual de estilo, utilizando lenguajes de marcas y estándares web; desarrollar componentes multimedia para su integración en aplicaciones web, empleando herramientas específicas y siguiendo las especificaciones establecidas; integrar componentes multimedia en el interface de una aplicación web, realizando el análisis de interactividad, accesibilidad y usabilidad de la aplicación; desarrollar e integrar componentes software en el entorno del servidor web, empleando herramientas y lenguajes específicos, para cumplir las especificaciones de la aplicación; desarrollar servicios para integrar sus funciones en otras aplicaciones web, asegurando su funcionalidad; e integrar servicios y contenidos distribuidos en aplicaciones web, asegurando su funcionalidad.
De esta forma, al acabar estos dos años podrá ejercer como programador web, programador multimedia o desarrollador de aplicaciones en entornos web; así como podrá optar por seguir estudiando y ya entonces pasar por ejemplo a la enseñanza universitaria, a la carrera de la que hablábamos antes que no tenía paro: ingeniería informática.
Apps que están desbordando las expectativas
Pero realmente seguir estudiando, como decíamos más arriba, quizás no tenga sentido en un mundo donde actualmente las apps se está llevando gran cota de mercado. Lo vemos con aplicaciones que triunfan como la de los resultados de los deportes, las de los medios de comunicación que nos mantienen informados con alertas o hasta programas de retoque fotográfico. Podemos encontrar aplicaciones de todo tipo, y la única clave es dar con la idea que triunfe, crear la necesidad de tener ese programa en el móvil o en la tablet. Por ejemplo, yo ahora en Madrid, siempre que cojo el autobús, no me resisto a consultar en mi aplicación cuánto tiempo falta para que pase el siguiente número que puedo coger.
Y ya no hablemos del éxito que están tenido algunos juegos. Candy Crush es una aplicación que debe de estar en todos los móviles habidos y por haber, y Pokémon Go ha desbordado incluso a sus creadores, con los servidores caídos en varios países de toda la gente que quería conectarse y hasta con la Policía dando consejos de buen uso y guías para no cometer delitos.