La vuelta al mundo en un avión monomotor con un objetivo científico

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La tecnología nos está rodeando y pese a lo que dicen muchos agoreros también es para bien. Se curan más enfermedades, estamos constantemente comunicados, algunos duros trabajos de la industria se facilitan, como sucede con las máquinas de corte láser de Tecoi, e incluso los coches son más seguros. Está claro que puede suceder que algunos puestos de trabajo se pierdan, pero otros llegarán, nuevas profesiones que simplemente requieran de otro tipo de formación. Al fin y al cabo, si lo ponemos en una balanza, el mundo avanza para bien. Y muestra de ello es la vuelta al mundo en un avión monomotor llevada a cabo por un científico.

Pues bien, como decimos, el pasado 15 de diciembre llegó al aeropuerto de Madrid-Cuatro Vientos Michel Gordillo con su avión experimental RV-8 tras completar su vuelo científico de vuelta al mundo. El reto era realizar una vuelta al mundo a través de los polos, con el objetivo científico de medir los niveles de hollín atmosféricos, además de conseguir ser el primer avión monomotor de menos de 1.500 kg de peso en completar esta hazaña.

Desde que salió de Cuatro Vientos para completar su segunda etapa para dar la vuelta al mundo, camino del Hemisferio Sur, el 1 de octubre en su avión de construcción amateur Van’s RV-8, ha cruzado el mar Mediterráneo, el continente africano, el océano Índico y el continente australiano, y ha despegado desde la isla de Tasmania para atravesar el océano, y posteriormente el continente antártico hasta llegar a Sudamérica.

El piloto Michel Gordillo, Premio Viaje del Año 1998 de la Sociedad Geográfica Española, en su periplo hacia el polo sur, ha aterrizado en Menorca, Malta, Marsa Matrouh (Egipto), Jartum (Sudan), Malendi (Kenia), Islas Seychelles, Islas Maldivas, Islas Coco, Port Hedland (Australia), Ayers Rock (Australia), Mildura (Australia) y Hobart Cambridge (Tasmania). Desde ahí hasta la base italiana Mario Zucchelli (Antártida), el punto de salida para sobrevolar el Polo Sur el 9 de octubre, para llegar a la base argentina Marambio (Antártida), su destino para la etapa polar. Este vuelo es ya en sí un récord por sí solo, al ser el más largo de forma ininterrumpida sobre el continente helado y en un avión monomotor.

Después partió hacia Ushuaia en Argentina, para ascender hacia el norte por el país, con escalas en Comodoro Rivadavia, Buenos Aires y las cascadas de Iguazú. Y hace unas semanas llegó ya a la ciudad de Curitiba, su primera escala en Brasil. Durante la segunda etapa desde Kenia, Michel ha sobrevolado el océano Índico, el Antártico y el Paso de Drake, hasta llegar a Ushuaia. Los vuelos sobre el mar son los más arriesgados en caso de accidente, ya que la búsqueda de la persona se complica debido a la deriva que le producen las corrientes y el viento.

Condiciones extremas

Tanto Michel como el avión han estado sometidos a grandes cambios de temperatura, pasando de los 45ºC en África hasta los -31ºC en la Antártida. En Maldivas le realizaron una exhaustiva revisión al avión con la ayuda del personal de la escuela de vuelo del país. En Tasmania repitió la revisión a la aeronave, y se preparó para alcanzar la base italiana Mario Zucchelli, su punto inicial para realizar el sobrevuelo del Polo Sur y aterrizar en la base argentina, Marambio. En el vuelo sobre el continente antártico tuvo que asumir la negativa de apoyo de la empresa norteamericana Antartic Logistics & Expeditions (que opera la pista Union Glacier con el código OACI SCGC) y de la británica British Antartic Survey (que gestiona la Base Rothera, código EGAR), no facilitándole un posible aterrizaje para repostar si lo hubiese necesitado. Al final, los vientos favorables ayudaron a alcanzar su objetivo, la Base Marambio, tierra amiga. Tras aterrizar en la pista volcánica de Marambio, donde solo pudo descansar una noche, ya que al día siguiente y ante la perspectiva de que empeorara la meteorología, dio el salto a Ushuaia, ya en el Continente americano.

Michel ha tenido que recurrir a todos sus conocimientos aeronáuticos y su capacidad para resolver problemas, dando lo mejor de sí mismo, para poder realizar los complicados vuelos a través de todas estas etapas.

Además a lo largo de todo su periplo, Michel ha ido midiendo las concentraciones de carbono negro atmosférico (hollín) en estas zonas remotas con el aethalómetro instalado en el avión. Todos estos datos medidos se han ido enviando con regularidad a la Universidad de Granada, donde ahora están siendo procesados en espera de conclusiones.

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