Es evidente que para que un negocio funcione es estrictamente necesario proporcionar los mejores productos a los clientes. Esta es una cuestión innegociable aunque nuestro negocio sea minorista y no se dedique a la producción de aquello que vende. Para que este tipo de negocios funcione, es imprescindible contar con el mejor proveedor del mercado. De lo contrario, incurriremos en un error.
Este consejo es todavía más importante si el negocio al que nos dedicamos tiene que ver con la moda femenina. En este sector no hay discusión posible: las clientas buscan blusas, bolsos, vestidos y complementos que tengan gran calidad y que se encuentren a la venta a un bajo precio. No todos los proveedores son capaces de proveer a las tiendas productos como esos. Y son todavía menos los que nos permiten hacernos con esos productos en un ínfimo periodo de tiempo.
Hace unos meses decidí abrir mi propia tienda de ropa femenina, un negocio que siempre he pensado que puede llegar a ser muy rentable si se sabe proporcionar a la clientela justo lo que busca. Para fidelizar a la mayor cantidad de gente posible sabía que era muy importante mantener el contacto con alguna empresa que mantuviera en sus productos una buena relación entre calidad y precio y me parecía haberlo descubierto hacía tiempo.
Se trataba de HHG, un comercio dedicado a la venta al por mayor de todo tipo de ropa para mujer. Creía que no solamente iba a sacar provecho de la excelente calidad de sus prendas sino que iba a hacer lo propio con el rápido envío que hacían de las mismas. Para hacer negocio sabía que necesitaba contar con las prendas que vendía en el menor tiempo posible. Y HHG me daba esa seguridad.
Comencé a obtener más información acerca del tipo y variedad de las prendas que podría obtener gracias a aquella empresa. Me convencía su diseño y su calidad y la verdad es que, pensándolo detenidamente, sabía que a la clientela le gustaría disponer de prendas tan modernas, con gusto y personalidad. Estaba decidido a ponerme en contacto con los profesionales de HHG para hacerles un pedido y evaluar así si realmente trabajar con ellos implicaba beneficios para mi negocio.
Una decisión de la que no me he arrepentido
Dar con una entidad así ha sido lo mejor que le ha pasado al negocio por el momento. Todo eran ventajas. Por un lado, las clientas adoraban los vestidos y blusas que se encontraban en mi establecimiento. Por otro lado, en cuanto las prendas comenzaban a agotarse y solicitaba un nuevo pedido me atendían de manera cortés y eficiente. Al día siguiente un camión distribuidor llegaba a mi tienda y reestablecía las prendas de cara a la venta al público. Un filón.
Esto ha generado un impacto tremendamente positivo entre la cartera de clientes que he conseguido labrarme durante estos meses. De hecho, nadie se marcha descontento de mi tienda porque en todo momento puede encontrar todo aquello que anda buscando. ¿Qué ventajas vienen de la mano de una situación así? En dos palabras: dinero e imagen. Dinero porque el volumen de ventas que manejo gracias a la ropa que proporciono es amplio. E imagen porque esa calidad de mis productos es extraordinaria y denota que mi apuesta es la de satisfacer a mis clientes.
Es cierto que no puedo asegurar que mi futuro sea excelente. Pero sí que puedo permitirme tener la conciencia tranquila: estoy convirtiendo mi negocio en algo serio, en una entidad que de verdad pelea por satisfacer a la clientela. La fórmula para ello es mucho más sencilla de lo que todos pensamos: basta con saber cómo adquirir los mejores productos y asegurar que su transporte hasta nuestra tienda sea rápido.